Ejemplos de asombro
El asombro, es decir, la admiración, la sorpresa, la fascinación, así como la extrañeza y el desconcierto suelen desencadenarse por diferentes motivos.
Con trucos increíbles, por ejemplo, los magos o ilusionistas pueden generar asombro en personas de distintas edades que no dejan de preguntarse cómo ese hombre, a centímetros de ellos, ha sido capaz de hacer desaparecer o aparecer un objeto de grandes dimensiones.
Un niño que, según numerosos profesionales de la salud que analizaron la patología, no iba a poder hablar ni caminar, asimismo, causa un asombro inolvidable en sus familiares y médicos al dar sus primeros pasos contra todo pronóstico. También a corta edad los seres humanos nos asombramos al ver de cerca a nuestros personajes favoritos (como puede ocurrirle a un fanático de Mickey al visitar Disneylandia) o al tener contacto cercano con animales salvajes (al visitar un parque temático, por ejemplo).
Cuando ya nada parece sorprenderle a alguien que está convencido de haberse acostumbrado a ciertas tendencias, la realidad desafía su capacidad de asombro al mostrarle que, por señalar una práctica extravagante y riesgosa, hay mujeres capaces de realizar tratamientos y hasta de someterse a amputaciones o recortes quirúrgicos de dedos con tal de lucir zapatos de taco alto con comodidad.
Por otra parte, resulta interesante señalar que el asombro puede surgir por algo negativo. Por indicar algunos ejemplos: “Me asombra que, conociéndome tanto, creas que fui yo la que robó el dinero”, “Viniendo de ese hombre violento, no me asombran las barbaridades que enumeras”, “Me asombró su reacción: no creí que fuera tan agresivo”, “Realmente es asombrosa la capacidad que tenés para hacerme enojar”.