Ejemplos de instrumentos de evaluación
Valiéndose de diversos instrumentos de evaluación, todo profesor o maestro puede poner a prueba los conocimientos adquiridos por sus alumnos a lo largo de un ciclo lectivo. Al examinar las evidencias recolectadas en cada oportunidad, el educador puede aprovechar los resultados para modificar ciertas modalidades de enseñanza que no están siendo útiles o del todo enriquecedoras, verificar que se hayan entendido bien los conceptos transmitidos o reforzar ideas para ampliar los saberes de los estudiantes.
El más común de los instrumentos de evaluación es el examen, que puede desarrollarse a base de preguntas para averiguar qué sabe el educando y animarlo a explicar cuestiones con sus propias palabras, con dinámicas de Verdadero o Falso, con ejercicios prácticos, etc. Cabe destacar que esta herramienta no siempre debe aprovecharse de modo escrito: las pruebas orales también son útiles para valorar qué y cuánto sabe el alumno. Las muestras o exposiciones con respaldo de material (afiches o carteles, audios, fotografías o similares) constituyen otro recurso para comprobar en poco tiempo si los escolares saben o no.
La observación cotidiana para ver cómo se desenvuelve y aplica la teoría cada persona que uno forma, los trabajos prácticos, las jornadas grupales de debate y hasta un juego (un desafío didáctico, un concurso, un simulacro o recreación, etc) pueden servir además en numerosos contextos como instrumentos de evaluación.
Para analizar el estado de alguien en materia psicológica, por indicar otro caso habitual en la vida cotidiana, los test aparecen como el instrumento de evaluación más descriptivo y confiable.