Ejemplos de proactividad
A las actitudes proactivas, es decir, a la voluntad de intervenir responsablemente y de tener de manera consciente un rol activo en diversos ámbitos, los expertos en Psicología las definen como proactividad.
Las actitudes positivas, la determinación y la seguridad a la hora de actuar, la planificación para avanzar sobre seguro y el valor para adaptarse a los cambios y modificar el rumbo cuando la realidad obliga a cambiar son parte de las claves para ser una persona proactiva.
La proactividad sirve en cualquier ámbito de la vida. Depende de cada uno querer hacer, con responsabilidad, compromiso e impulso, que ocurra aquello que se desea. Convertirse en un profesional, conseguir un buen empleo o mejorar el que se tiene para progresar, o ponerse al frente de una empresa exitosa son metas que se logran con una conducta proactiva que estimule al individuo a luchar por sus sueños sin esperar que las cosas sucedan por arte de magia o gracias al destino: de lo contrario, vemos pasar el tiempo de modo pasivo y para que las cosas ocurran es imprescindible tener un rol activo y ser nosotros los protagonistas de nuestra propia vida.
Por la proactividad, por describir una situación simple, un empresario que ha sufrido en su compañía un importante robo a mano armada no espera a que lo visite la policía en su oficina y le devuelva lo sustraído, sino que se encarga él mismo de generar avances en la investigación, aporta pruebas para ayudar a la causa, consulta a los vecinos para recolectar testimonios que puedan contribuir al esclarecimiento de los hechos, se encarga de reparar todo lo dañado, instala nuevas cámaras de seguridad y da la orden a sus empleados de seguir trabajando para sobreponerse al mal momento.