Ejemplos de rosáceas
Muchas son las interpretaciones del concepto de rosácea (palabra que deriva del vocablo en latín rosacēus), por eso en esta oportunidad centraremos la información en las definiciones de esta noción a fin de ayudarlos a ampliar sus conocimientos generales.
Por un lado, según se advierte al consultar el diccionario de la Real Academia Española (RAE), este término funciona como adjetivo cuando se busca describir a la tonalidad cromática que se asemeja a la que posee una rosa. Asimismo, la Botánica lo aprovecha para identificar a una clase de planta angiosperma que, entre otras particularidades, tiene semillas que por lo general no presentan albumen. El almendro y el rosal son parte de este conjunto que se presenta como rosáceo.
Por otra parte, es usual que al mencionar la idea de rosácea se piense en una enfermedad, ya que en muchos países se define así a un inconveniente de carácter crónico que, como principal síntoma, genera enrojecimientos faciales y vuelve a la piel afectada algo más gruesa.
De acuerdo a cuáles sean las manifestaciones que predominan en cada paciente, su desarrollo y las singularidades de este padecimiento, se pueden reconocer diferentes tipos de rosáceas. Existe, por ejemplo, la rosácea ocular (cuyo signo preponderante son los ojos secos, irritados y rojos, así como los párpados inflamados), la rosácea fimatosa (marco en el cual suele incrementarse el grosor de la nariz, así como suelen surgir nódulos y aparecer zonas enrojecidas en las orejas, la frente y la barbilla), la rosácea papulopustular (variedad de rosácea que suele confundirse con un cuadro de acné) y la rosácea eritemato-telangiectática (se arriba al diagnóstico tras evaluar al paciente que consulta por picazón constante, sensación de ardor o quemazón, manchas rojizas y vasos sanguíneos que se hacen evidentes a simple vista).