Ejemplos de surfactantes
Se conoce como surfactante a una sustancia que minimiza la tensión que existe en la superficie de un líquido a partir de su composición química. De este modo, puede utilizarse como detergente, emulsionante o humectante.
El lavavajillas es un ejemplo de surfactante. Su estructura atómica incluye componentes hidrófilos (que son solubles en el agua) e hidrófugos (no resultan solubles). Gracias a sus propiedades, este surfactante posibilita la disolución de la suciedad adherida a la vajilla. En otras palabras: el lavavajillas limpia los platos, los cubiertos y el resto de los elementos que se emplean en la cocina ya que les quita la grasa, las manchas, etc.
Algo similar ocurre con los detergentes que se utilizan para lavar la ropa y que constituyen otro ejemplo de surfactante. Estos productos, empleados con agua, consiguen desprender y eliminar las diferentes suciedades adheridas a la vestimenta. Así, si derramamos café sobre una camisa, tendremos que emplear un surfactante apropiado para el tipo de tela o tejido de la prenda en cuestión que permita borrar la mancha.
El shampoo o champú también es un surfactante. En este caso, suele emplearse sobre la cabeza para lavar el cabello y quitar la grasa y las diferentes partículas que se acumulan en él. Si nos laváramos la cabeza sólo con agua, no conseguiríamos esta limpieza.
El surfactante pulmonar, por último, es un surfactante que se encuentra en los alvéolos pulmonares. Compuesto por lípidos, proteínas y fosfolípidos, esta sustancia reduce la tensión superficial que existe en los alvéolos y contribuye a mejorar la oxigenación.