Ejemplos de fósiles
Se conoce como fósil (palabra derivada del latín fossĭlis) a aquel material de carácter orgánico que, por causas naturales, ha quedado petrificado sobre diversas superficies de la Tierra. Estas sustancias o restos de organismos de otras épocas suelen descubrirse sobre rocas de tipo sedimentario.
De acuerdo a las características que presenten y a las conclusiones a las que arriben los científicos que los estudian, cada fósil puede enmarcarse en una determinada categoría. Si pueden ser apreciados a partir de un microscopio óptico, por ejemplo, se los considera microfósiles, mientras que aquellos que son detectados a simple vista, es decir, sin la necesidad de apelar a un equipo especializado, reciben el nombre de macro o megafósiles. Nanofósiles, por su parte, son aquellos que exigen el uso de un microscopio avanzado de tipo electrónico.
En la región del Cono Sur, por ejemplo, diversos investigadores hallaron diferentes fósiles pertenecientes a primates, mientras que a nivel mundial se han descubierto, a lo largo de la historia, un gran número de fósiles que permiten apreciar, entre otras partes representativas de un vegetal o un animal, el tronco de un determinado árbol, caparazones o, simplemente, algún hueso correspondiente a la estructura corporal de un pez o ejemplar prehistórico.
Asimismo, resulta interesante mencionar que la paleoicnología es una disciplina que tiene como objeto de estudio a las estructuras antiguas conocidas como icnofósiles, un grupo que engloba a aquellas superficies donde es posible observar restos de huevos, nidos, huellas o deposiciones correspondientes a distintos organismos que, en algún momento de la historia, poblaron este planeta.