Ejemplos de resistencia aeróbica
A nivel deportivo se suele hablar de resistencia aeróbica cuando se intenta describir a aquellas rutinas de ejercicios que activan el metabolismo y provocan en el organismo combustiones de las células de tipo muscular, un proceso donde el oxígeno está presente y que desencadena múltiples reacciones químicas.
Como consecuencia de estos efectos que aparecen tras esfuerzos físicos prolongados de escasa intensidad, se logran oxidar la grasa, las proteínas y el glucógeno que se localizan en cada músculo y se alcanza un equilibrio entre la cantidad de oxígeno recibido y el utilizado.
Para mantenernos en buenas condiciones físicas y alcanzar un desarrollo óptimo de la llamada resistencia aeróbica son varias las actividades que podemos llevar a cabo. En función del tiempo y dinero disponible, las ganas que tengamos de ejercitarnos y nuestras posibilidades físicas, podemos optar entre salir a correr o gastar un poco de energía a través del ciclismo o el patinaje.
Claro que también hay otras propuestas para potenciar la resistencia aeróbica. Así, entonces, habrá quienes prefieran disfrutar del remo, el esquí de fondo o la natación, por citar algunas más.
Como resulta evidente, son muchas las alternativas que tenemos a disposición si deseamos entrenarnos y evaluar nuestra resistencia de tipo aeróbico. Lo importante, cualquiera sea la disciplina elegida, es controlar nuestras pulsaciones, un dato que nos permitirá comprobar si nuestros esfuerzos están bien encaminados o no. En este sentido, según los expertos en una rutina de resistencia aeróbica las pulsaciones cardíacas deben oscilar entre las 150 y las 170 pulsaciones por minuto.