Ejemplos de pensamiento lateral
Basta un simple estímulo para que cualquier ser humano, sin importar qué edad tenga, ponga en marcha su cerebro y genere pensamientos. Cualquier situación puede servir como disparador de pensamientos, pero hay que tener en cuenta que no siempre se razona de la misma manera o se alcanza la capacidad para desarrollar una estructura lógica que permita asimilar lo que se ha visto, oído o sentido.
A veces, por citar una alternativa posible, la realidad nos lleva a formular pensamientos laterales, una clase de esquema mental que también suele recibir el nombre de divergente.
Se trata de técnicas mentales que llevan a resolver un problema o atravesar una dificultad de manera no convencional, utilizando la creatividad como recurso para hallar una solución. A partir de estos detalles que caracterizan a los pensamientos laterales, se puede establecer que bajo esta estructura se logran resultados no ortodoxos que, por ejemplo, nunca aparecerían bajo el formato de pensamiento lógico.
Los pensamientos laterales, en definitiva, le permiten al ser humano romper conceptos prestablecidos, aprovechar el ingenio y actuar con originalidad frente a un patrón o situación que podría concebirse y enfrentarse de manera tradicional o bien asimilarse con creatividad e innovación.
Por citar una posibilidad: bajo un pensamiento lógico, un vaso sirve para tomar bebidas. De implementar frente a él un pensamiento lateral, en cambio, ese vaso podría utilizarse como maceta o florero (basta sólo con poner agua o tierra y flores), así como también podría transformarse en un lapicero, un porta-cepillo de dientes o una caramelera, entre otras opciones.