Ejemplos de abióticos
Los expertos en Biología definen como abiótico a todo aquello que carece de vida y no pertenece a los seres vivos pese a influir sobre los ecosistemas y poder ser detectados en el entorno natural.
No todos los rincones del mundo poseen los mismos factores abióticos (o no los atesoran en los mismos niveles) pero, de todos modos, podemos señalar como parte de este conjunto a elementos conocidos por todos nosotros, como lo son la temperatura (ya sea baja como alta), la luz natural procedente del sol (que, según las condiciones del terreno, llega con mayor o menor intensidad), el aire, el agua y el suelo.
Para lograr el equilibrio, enriquecer el paisaje y garantizar una convivencia armónica, los recursos abióticos necesitan vincularse con los factores bióticos y viceversa. Por ejemplo: de nada serviría que exista aire y agua en un campo si no hay animales ni vegetación allí. Asimismo, ningún organismo podría subsistir si no hay componentes abióticos que generen el marco favorable para su vida.
Por esta necesidad de combinación permanente de los factores bióticos con los abióticos se considera un problema grave el cambio climático. Hay especies acostumbradas a bajas temperaturas, como sucede con el oso polar, que se perjudican por el calentamiento global ya que la nieve comienza a disminuir (se derrite más rápido de lo previsto) y entonces los ejemplares no pueden concretar en tiempo y forma los procesos necesarios para mantenerse con vida y reproducirse.
El exceso o la escasez de agua, las variaciones en el viento y los fenómenos atmosféricos son otras cuestiones abióticas que condicionan a todo momento a los factores bióticos.