Ejemplos de atención selectiva
La teoría indica que la atención selectiva es la capacidad de un individuo para focalizar su energía en el desarrollo de una acción específica y para concentrarse en una única fuente de estímulos en un ambiente donde se recibe mucha información.
Gracias a la atención selectiva, una persona puede priorizar una actividad frente a otra y dejar en segundo plano muchos otros estímulos que influyen sobre él.
Por ejemplo: alguien que desea leer un libro mientras se traslada en transporte público puede, a partir de su capacidad de atención selectiva, abstraerse para que las conversaciones de otros pasajeros, los ruidos propios de la vía pública o los sonidos de un teléfono móvil no le impidan concentrarse en la lectura.
La atención selectiva, asimismo, explica cómo un jugador de fútbol se puede “olvidar” del mundo cuando está frente al portero (arquero) rival con la posibilidad de anotar un gol. Los aficionados pueden gritarle (para alentarlo o bien para distraerlo), sus compañeros pueden reclamarle un pase del balón y hasta su entrenador puede intentar llamarlo para darle una indicación, que el futbolista convencido de su chance tendrá atención solamente para patear con la potencia y dirección necesarias para meter la pelota en el arco.
A la hora de estudiar, la atención selectiva resulta esencial porque permite priorizar la información más relevante, los conceptos principales y llevar adelante un proceso de asimilación de contenidos sin dejar que estímulos visuales, sonoros u olfativos (el audio de un televisor o radio, gente caminando por el ambiente donde uno estudia, un perfume, etc).