Ejemplos de cambios químicos
Así como hay sustancias que experimentan cambios físicos, es posible que ciertas materias se vean afectadas por cambios químicos. Y cuando este último fenómeno mencionado ocurre, la naturaleza de los elementos involucrados se modifica hasta el punto de generar una nueva sustancia.
Al arrugar un papel, por ejemplo, sólo generamos un cambio físico (el material no pierde su esencia y puede recuperar su estado original), pero si a ese mismo producto lo prendemos fuego, obtendremos un cambio químico ya que el papel se transformará en cenizas y, durante ese proceso, aparecerá humo.
Una lata (de conservas, por ejemplo) que se oxida a raíz de su exposición prolongada al aire, al agua, a la humedad o por estar en contacto con otro objeto oxidado también refleja un cambio químico ya que, además de su aspecto (se vuelve de otro color), varía su conformación.
En el caso de una vela encendida, asimismo, logramos advertir tanto cambios físicos (la cera, por acción del calor, pasa de su estado sólido inicial al líquido al derretirse) como cambios químicos. Al respecto, podemos destacar que al ir quemándose la mecha surgen sustancias nuevas en forma de gas: dióxido de carbono, por ejemplo.
También podemos comprobar los cambios químicos al cortar una manzana y dejarla a la intemperie. En contacto con el oxígeno, pronto se iniciará un proceso de oxidación que altera el estado de la cáscara (que se va secando) pero que, fundamentalmente, modifica como parte de esta reacción química la composición de la fruta, que adquiere una tonalidad marrón por este fenómeno.