Ejemplos de empoderamiento
El acto, así como también la consecuencia de empoderar (es decir, dar poder y fortaleza a quien antes no lo tenía), se define como empoderamiento.
Este concepto puede aplicarse, por ejemplo, a la figura de la mujer. A lo largo de la Historia, el género femenino se ha esforzado y luchado desde lo colectivo y lo individual para progresar y conseguir más poder dentro de la sociedad. El empoderamiento le ha permitido a las mujeres equidad de derechos y acciones respecto al hombre: hoy en día pueden participar de los comicios, tomar decisiones, asumir cargos altos en el plano laboral, tener autonomía económica, etc. Si bien en ciertas naciones y para determinados asuntos aún prevalece la figura del hombre, es notorio el empoderamiento femenino: en otras décadas era impensado, por ejemplo, que una mujer asuma la presidencia de un país. Dilma Rousseff como presidenta de Brasil, Cristina Fernández de Kirchner como mandataria argentina y Michelle Bachelet gobernando en Chile derribaron mitos y demostraron que el género femenino no tiene por qué ser inferior al género masculino.
Claro que el empoderamiento también puede ser un proceso de progreso personal independientemente de nuestro sexo, condición social, oficio o profesión. Un adulto logra empoderamiento cuando consigue las condiciones para influir, tener poder y ser visto como una autoridad en cierto ámbito o temática. Se llega a este estado con habilidades de líder, decisiones acertadas, pensamientos propios y una evolución constante que refleje crecimiento, capacidad para asumir responsabilidades cada vez más grandes, preparación y sabiduría.