Ejemplos de especies
Si usamos nuestro poder de deducción y asociamos conocimientos, podremos determinar qué significa la idea de especie sin necesidad de apelar al diccionario. Si bien nunca está de más corroborar nuestras sospechas o suposiciones con una fuente teórica oficial, la experiencia cotidiana nos lleva a descubrir que esta palabra tiene distintas interpretaciones y aplicaciones.
En un bosque, en un bioparque y en una reserva natural, por señalar algunas posibilidades, conviven en armonía múltiples especies. Según el lugar que analicemos, podemos encontrar especies de hongos comestibles (como el champiñón común), especies de arbustos (como la clemátide y el iboga), especies de aves (como el pelícano pardo y el cuervo blanco), especies de cetáceos (como el delfín mular y la orca) y especies de mamíferos (como el tirica o gato pintado chico, el león, la nutria enana, el coatí de cola anillada sudamericano), por proponer diferentes alternativas.
En el lenguaje cotidiano, por otra parte, este vocablo puede funcionar como sinónimo de clase o tipo. Por ejemplo: “Mi tía fue víctima de una especie de estafa: no estaba muy clara la promoción que le ofrecía la empresa de telefonía y por suerte intervine antes de que el asunto llegara a mayores”, “Mi vecina tenía puesto una especie de sombrero pero con casco, un accesorio muy extravagante”.
Distinto es el caso de la expresión “especie química”, donde ya se requieren nociones específicas sobre ciencia para saber que, por lo general, esta estructura se aprovecha para aludir de modo genérico a radicales, iones, moléculas o átomos sujetos a estudio.