Ejemplos de estímulos
Un sonido (la alarma del despertador, por ejemplo, nos pone en alerta aunque estemos dormidos), un aroma (casi nadie es indiferente ante la fragancia de una flor o ante el olor de una comida), la temperatura de un objeto (el frío y el calor nos hacen reaccionar) y hasta un golpe o impacto (una patada puede provocarnos dolor) sobre nuestro cuerpo puede ser para cualquiera de nosotros un estímulo ya que nos provocan reacciones, motivándonos a actuar de una u otra manera.
El estímulo también puede entenderse como una incitación o tentación para llevar a cabo una determinada tarea. Para que sea efectivo, debe haber una recompensa como premio. Así entonces, se puede señalar que un empleado realizará mejor su trabajo y le pondrá más empeño y alegría a su función si a modo de estímulo le incrementan el sueldo o le suman algún beneficio (más días de vacaciones o jornadas libres), o que un perro aprenderá un truco si como estímulo el amo lo premia con una galleta cada vez que realiza dicha prueba.
Los estímulos, a la vez, son fundamentales para el desarrollo y la creatividad de un niño desde el momento de su nacimiento. Captar la atención de sus oídos con juguetes musicales o dejar de fondo música instrumental que relaje al bebé, hacer que su mirada se pose sobre distintos objetos y colores y sorprenderlo con texturas y sabores diferentes para que ponga a prueba sus sentidos son parte de los estímulos más comunes durante los primeros años de vida.