Ejemplos de falacias
El vocablo en latín fallacĭa ha servido de base para la creación del concepto de falacia, una palabra que refiere tanto a una mentira, falsedad o estafa que se crea y difunde con el fin de deteriorar o sembrar dudas o desconfianza sobre la imagen de un determinado individuo como a la costumbre de apelar a engaños para dañar a una persona.
De acuerdo al contexto en que se empleen, la finalidad que posean y las características que las distingan, las falacias pueden agruparse en múltiples categorías que permiten individualizarse y obtener, a grandes rasgos, datos concretos sobre su contenido.
Así, entonces, podemos diferenciar a las falacias formales de las que no son formales y, a partir de allí, hallar numerosas variantes. Las primeras, según se desprende de la teoría, pertenecen al conjunto de las falacias lógicas, donde también aparecen las falacias por asociación, las falacias de la regresión y las falacias de la causa simple. Como falacias no formales aparecen, por otra parte, las falacias naturalistas, las falacias cartesianas, las ecológicas y las falacias genéticas, entre muchas otras.
Al observar las particularidades de cada falacia, cualquier individuo está en condiciones de entender, por ejemplo, que los estereotipos están estrechamente vinculados con la idea de falacia ecológica, ya que la argumentación o premisa que se impone evidencia una interpretación equivocada de ciertas estadísticas. Pensar o decir, por citar un caso hipotético, que todos los ejemplares pertenecientes a la raza pitbull son peligrosos porque se han registrado ataques de un considerable número de mascotas de esa casta constituye una falacia ecológica porque siempre existe la posibilidad de una excepción.