Ejemplos de fenómenos químicos
A diferencia de los fenómenos que se consideran como físicos (procedimientos que pueden revertirse porque no provocan una transformación permanente en el material trabajado), los fenómenos químicos son procesos de carácter termodinámico cuyos resultados son, por lo general, imposibles de revertir. Se trata de una opción donde los elementos intervinientes pierden sus propiedades y particularidades originales para dar lugar a un nuevo producto.
Así como en la vida cotidiana podemos encontrar múltiples casos de fenómenos físicos con sólo prestar atención a objetos o fluidos que nos rodean, también es sencillo hallar ejemplos concretos de fenómenos químicos que nos ayuden a entender cómo la teoría se traduce a la práctica.
Si tomamos un trozo de tela, cartón, papel o hasta una bolsa de nylon y nos limitamos a arrojarle agua, por ejemplo, veremos que el material se moja, se arruga y se muestra algo diferente pero que, una vez seco, vuelve a recuperar su apariencia original. En cambio, si en vez de exponerlos al agua lo quemamos, notaremos que el material se destruye: aunque apaguemos el fuego, no podremos obtener la pieza original. En este último caso, por lo tanto, hay que hablar de fenómeno químico.
Lo mismo ocurre si hacemos fermentar un litro de leche para generar yogurt: tras ese proceso químico, la sustancia ya no puede reconocerse como leche porque posee otra textura, propiedades y sabor. El caso de las uvas que se emplean para fabricar vino es otra muestra de fenómeno químico ya que una vez obtenido el producto es imposible recuperar las frutas.