Ejemplos de hábitats
Un hábitat es aquel lugar que ofrece las condiciones adecuadas para que una especie, un organismo o comunidad (ya sea animal o vegetal) crezca, sobreviva y se reproduzca en él. La ecología, dicen los expertos, entiende a este término que deriva del latín como el ambiente que ocupa una población biológica, razón por la cual es posible determinar en base a esa definición distintos tipos de hábitats.
Como estos espacios donde se combinan factores bióticos y abióticos poseen sus propias características geográficas, ambientales y climatológicas, en la práctica es sencillo localizar el hábitat de cada especie, aunque hay que tener en cuenta que todos ellos pueden modificarse en función de distintos fenómenos meteorológicos y el accionar del hombre. Es decir: que hoy un animal tenga un determinado hábitat no significa que allí viva para siempre y viceversa.
Un desierto, por ejemplo, puede ser un hábitat para lagartijas, arañas y buitres, pero difícilmente puedan asentarse allí leones o jirafas. Las sabanas mediterráneas, por su parte, son el hábitat de especies como ciervos, leopardos y elefantes, así como el hábitat de ranas, cocodrilos y ciertas aves marinas son los pantanos de agua dulce o salada.
A diferencia de los mencionados, el hábitat de una bacteria no tiene por qué ser tan grande y complejo: un simple charco de agua, por ejemplo, es suficiente para que ella crezca y se reproduzca. Distinto es el caso de un oso, que no podrá subsistir en un ambiente así de pequeño, sino que necesitará un hábitat como el de la montaña.