Ejemplos de hábitos
El concepto de hábito (del latín habĭtus) ha adquirido con el paso del tiempo múltiples acepciones. En el ámbito vinculado a la religión, por ejemplo, da nombre al traje o vestimenta que utiliza cada persona de acuerdo a la nación, estado o ministerio al que pertenezca, mientras que en el plano militar está entendido como la insignia que sirve para distinguir las órdenes militares.
Claro que, más allá de estas aplicaciones, un hábito es, en lenguaje cotidiano, un modo específico de proceder o conducirse que se adquiere por repetición de actos o bien por tendencias instintivas.
Desde la perspectiva de la psicología, es posible descubrir en el comportamiento humano tanto hábitos buenos (basados en virtudes) como hábitos malos (definición asociada a los vicios que ponen en riesgo la salud). Un hábito saludable o bueno es, por ejemplo, el de la lectura, mientras que como un mal hábito se puede describir a la costumbre de fumar. En cambio, si se analiza el vocablo como parte de la indumentaria eclesiástica, se pueden reconocer hábitos sacerdotales y hábitos monacales.
Los hábitos pueden adquirirse y desarrollarse en cualquier etapa de la vida. Un niño de corta edad, por ejemplo, puede adquirir el hábito de tomar su biberón mientras se entretiene con programas televisivos, así como un pequeño en edad escolar puede tener la costumbre de hacer sus tareas antes de la merienda. Ya de más grande, se pueden tener hábitos como el de salir a correr todas las mañanas, el de disfrutar un café después del almuerzo, el de pasear al perro cuatro veces por día o, incluso, el hábito de beber o de tomar algún tipo de droga.