Ejemplos de motivación
El acto y consecuencia de motivar (es decir, dar motivos para que suceda una determinada cosa) algo o a alguien se definen como motivación. Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), en ocasiones este término también se emplea como sinónimo de motivo y se aprovecha para describir al reconocimiento a escala mental como anticipo de una acción para poder, luego, llevarla a cabo con entusiasmo y rapidez.
De acuerdo al ámbito donde se aplique la estimulación que motive a cada persona, los orígenes que posea y los alcances que tenga, se puede hablar de diversas clases de motivaciones. Hay, por ejemplo, motivaciones laborales (las cuales guardan relación con recompensas de carácter monetario y/o ascensos como reconocimiento hacia el desempeño, esfuerzo, etc.) y otras que por sus raíces pueden señalarse como sentimentales (en ellas, pueden reconocerse conductas positivas y otras negativas que se adoptan con el amor como impulso o factor conductor).
Asimismo, hay motivaciones que se consideran extrínsecas (estímulos que no giran en torno a la actividad a realizar sino que hacen foco en aquello que se recibirá por desarrollarla, como en el caso de trabajar para ganar dinero) y otras que se definen como intrínsecas (donde se prioriza el placer por sobre otros incentivos, como sucede por ejemplo al llevar a cabo un pasatiempo).
A partir de estos datos teóricos, se pueden encontrar en la vida cotidiana numerosos ejemplos de motivaciones. Pensar en la llegada de las vacaciones, por citar un caso posible, es para numerosos individuos una gran motivación que los impulsa a estudiar en tiempo y forma para evitar tener que estudiar durante ese periodo, trabajar como corresponde para obtener el sueldo y/o a no derrochar dinero con el propósito de poder disfrutar, llegado el momento, esos días de descanso sin preocupaciones ni privaciones de ningún tipo.