Ejemplos de neuroplasticidad
Para comprender qué y cómo es la neuroplasticidad primero hay que repasar la teoría. La definición señala que este concepto, que también se presenta como plasticidad neuronal, describe la capacidad que posee nuestro cerebro para transformarse y adaptarse de manera constante a diferentes situaciones a partir del establecimiento de nuevas conexiones o uniones entre neuronas.
Si se estimula al cerebro a través de un viaje que permita descubrir sitios hasta entonces desconocidos, por indicar una posibilidad, se logra extender su buen estado general en el tiempo, volviéndolo así más fuerte y firme frente al deterioro generado por la edad o minimizando el impacto de los síntomas de enfermedades de carácter neurológico. La neuroplasticidad, en este marco, consigue excelentes resultados cuando el individuo está obligado a aprender cosas nuevas, a memorizar calles o a vincularse con otros a partir de un idioma que no es el propio.
También es interesante tener presente que, de acuerdo a un principio de la neuroplasticidad, un área cerebral que se dañó puede llegar a ser sustituida por una zona sana. En base a esto funciona la neurorehabilitación, una alternativa que propone métodos de aprendizaje y educación para que el paciente que ha sufrido una lesión en el cerebro (como consecuencia de un traumatismo o de un accidente cerebrovascular, por ejemplo) pueda llegar a recuperar sus habilidades conductuales, cognitivas y/o motoras.
Al trabajar la neuroplasticidad entrenando al cerebro para que desarrolle nuevas destrezas se mejora la capacidad cognitiva, obteniendo así múltiples beneficios. La actividad física frecuente para reducir el estrés y mantener el organismo en actividad, realizar actividades recreativas que ayuden a romper la rutina y resulten placenteras, el contacto social para fomentar la sociabilización, el descanso diario y el poner a prueba la memoria recordando letras de canciones, fechas, teléfonos, etc son grandes aliados de la neuroplasticidad.