Ejemplos de sonidos graves
El silencio, como sabemos, se rompe con toda clase de sonidos. En algunas ocasiones, prevalecen los agudos y, en otras, los graves.
De querer estimular el oído con sonidos graves, habrá que probar golpeando un bombo, siendo testigos del rugido de un león, prestando atención a cómo suena un trueno lejano, haciendo sonar una trompeta…
En la vida cotidiana podemos oir, a lo largo del día y en diferentes contextos, un gran número de sonidos graves a los cuales identificamos sin ser expertos en cuestiones musicales ni en efectos sonoros: basta un mínimo de conocimiento de música para poder determinar sin riesgos a equivocaciones a qué grupo corresponde cada estímulo detectado.
Por supuesto, existen muchos otros ejemplos de esta clase de sonido: sólo es cuestión de agudizar los sentidos y reconocer, por mencionar un caso concreto, qué bocina de coche tiene tonos agudos y cuáles de ellas son graves, o si el ringtone de un teléfono celular es, en efecto, agudo o grave.
Con los ladridos de los perros ocurre algo similar ya que los sonidos varían en base a los tamaños del animal. Al ladrar, un can de gran porte (como lo es un doberman) emite sonidos más graves en relación a un ejemplar pequeño (como un chihuahua).
También podremos detectar sonidos graves si golpeamos una madera (una puerta, por citar una posibilidad), si ponemos en marcha un automóvil, si presenciamos a corta distancia el momento del despegue de un avión o si escuchamos la voz de un barítono, por describir otras alternativas.