Ejemplos de sanciones laborales
Una sanción, es decir, un castigo o correctivo, no es exclusiva de una institución escolar: si bien en la etapa de crecimiento es necesario tomar medidas para enmendar errores o faltas de niños y jóvenes, los adultos también son objeto de sanciones en diversos contextos.
En el entorno laboral, por ejemplo, es usual que se apliquen castigos cuando el empleado infringe alguna norma, no cumple con su tarea o actúa de manera inadecuada frente a sus compañeros.
Las sanciones, como podrán suponer, varían en función de la gravedad de la falta cometida. Alguien que ha llegado varias veces tarde a su lugar de trabajo no tendrá (o no debería tener) la misma sanción que un trabajador que ha insultado y amenazado a su jefe.
Las advertencias y amonestaciones o reprimendas de carácter verbal de las cuales no quedan registros (las hay también escritas y son archivadas en el legajo de cada empleado a modo de antecedente) son parte de la batería de sanciones que se aplican ante episodios leves. La suspensión de actividades por un periodo concreto y la decisión de despedir a alguien, en cambio, aparecen como opciones cuando la situación realmente ha sido grave y exige una acción fuerte de raíz aleccionadora.
Claro que, de acuerdo a las leyes vigentes, frente a circunstancias donde está en juego el empleo, es necesario que se le respete al acusado su derecho a defenderse y a plantear su posición. Además, el empleador deberá ajustarse a la legislación y cumplir ciertos requisitos para asentar el castigo y no exceder, por ejemplo, los límites dispuestos frente a una suspensión aún cuando esté correctamente justificada la decisión.