Ejemplos de asertividad
Pese a que se trata de un concepto bastante difundido, el término asertividad no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE). Sí aparece, en cambio, el adjetivo asertivo, que se emplea para dar por cierto algo.
La idea de la asertividad, por lo tanto, está asociada a las afirmaciones y las certezas. Se considera que la asertividad es la capacidad de una persona para desarrollar relaciones sociales a partir del reconocimiento de sus propios derechos e intereses, pero sin dejar de respetar los derechos e intereses de los demás.
Puede entenderse a la asertividad como una forma de comunicación que no resulta agresiva, pero tampoco pasiva. La persona asertiva no ataca a su interlocutor ni quiere avasallarlo, lo que no quiere decir que se entregue a sus mandatos o que cumpla con sus órdenes.
La asertividad, en definitiva, es una habilidad social que permite al hombre o la mujer entablar una comunicación o un vínculo sin resultar ofensivo con el otro, pero haciendo valer su posición a partir de sus afirmaciones.
Un ejemplo de asertividad puede encontrarse en aquella persona que ingresa a un hotel, pide una habitación y, al ingresar, descubre que la cama está sin hacer y que hay platos sucios en el piso. El individuo asertivo se comunicará con el conserje, le explicará lo acontecido y le pedirá que arreglen el cuarto o le entreguen otro. Si la persona, en cambio, sale de la habitación a los gritos y se marcha del hotel, o si acepta usar el cuarto pese a su falta de higiene, estará incurriendo en conductas que no son asertivas.
Otro ejemplo aparece en el niño que es retado por el maestro debido a una falta que no cometió. El pequeño puede mostrar su asertividad al darle razones que expliquen por qué es inocente y demostrarle que su comportamiento fue correcto. Otras opciones no asertivas serían que el niño responda a los gritos al docente y lo insulte, o que admita su culpa pese a no tener nada que ver.