Ejemplos de corrosión
El acto de corroer, es decir, de generar un desgaste o destrucción en algo, se conoce como corrosión.
La temperatura, las propiedades de los objetos perjudicados y el grado de salinidad del fluido que entra en contacto con la superficie metálica son variables directamente relacionadas con la oxidación (una reacción de carácter electroquímico) que provoca la corrosión. Cuando se trata de una corrosión química, en cambio, se evidencian destrucciones de material en un entorno corrosivo en estado líquido.
Si analizamos las características del acero inoxidable, por plantear una posibilidad, nos daremos cuenta que se trata de un producto que presenta una resistencia elevada frente a la corrosión pero que, aún así, puede resultar afectada si no se protege y conserva en buenas condiciones dicha superficie.
También las tuberías hidráulicas (conductos por donde pasa el agua) pueden evidenciar serios daños producto de la corrosión. Por eso es fundamental mantener en buen estado los materiales y controlar el estado de dichas instalaciones para evitar roturas o consecuencias similares.
Hay, asimismo, medidas para implementar en las piscinas a fin de retrasar el proceso de corrosión en escaleras, pasamanos, filtros, etc., como el de mantener limpios los accesorios, controlar la cantidad de sales que se encuentran disueltas en el agua, supervisar el nivel de pH, garantizar la re-circulación del agua, por indicar algunas a modo de referencia.
Si están al aire libre, de igual manera, los automóviles también pueden evidenciar las consecuencias de la corrosión. La pintura se oxida y la carrocería se deteriora generando no sólo daños estéticos sino además problemas que acortan la vida útil de las piezas. La corrosión se acelera en sitios costeros: de residir en zonas próximas al mar, se deberán extremar los cuidados.