Ejemplos de embalaje
El acto de embalar algo (es decir, de ubicarlo dentro de una caja de manera segura para facilitar su transporte) se conoce como embalaje.
Este sistema tiene como fin resguardar el contenido del paquete en cuestión, mantenerlo protegido para evitar daños o roturas y facilitar tanto los traslados de la mercadería como su almacenamiento.
En la vida cotidiana aparecen frente a nuestros ojos una amplia variedad de embalajes, cada uno con particularidades que permiten diferenciarlos del resto. Muchos medicamentos, por ejemplo, vienen presentados en embalajes secundarios que contienen una cierta cantidad de pastillas en blíster, medicina en polvo contenida en una pequeña bolsa o un frasco con líquido en su interior.
En supermercados o tiendas al por mayor, en tanto, suelen recibirse embalajes terciarios en cuyo interior hay a su vez embalajes secundarios que se ordenan en góndolas o al mismo tiempo se abren para poder poner la mercadería a disposición del consumidor final.
Según qué se desee proteger y cuál será el tratamiento del producto, para los embalajes se pueden utilizar estuches, plásticos de burbujas, cajas con tapa de diversos materiales (cartón, madera, etc) o cajones, por indicar algunas opciones que garantizan la conservación de los elementos.
El embalaje, además, es necesario como medida de seguridad para mantener en buenas condiciones los equipajes. Gracias a esta medida, todo viajero al tomar un avión o subir a un ómnibus tiene protegidas las pertenencias que van en el interior de la maleta o valija (indumentaria, calzado, accesorios, etc), minimizando el riesgo a daños o hurtos de las pertenencias transportadas.