Ejemplos de deshidratación
Cuando un organismo no recupera el agua que pierde por diferentes medios y factores además de perder en ese marco sales minerales, se evidencia un cuadro conocido como deshidratación. Para evitarlo, es fundamental consumir una buena cantidad diaria de agua, en especial en casos específicos como los de realizar ejercicio físico, estar expuestos al calor o padecer algún problema de salud que desequilibre el balance hidroelectrolítico.
De acuerdo a los profesionales del campo de la salud, la deshidratación puede ser considerada leve, moderada o grave en función de la condición clínica del paciente. En el último caso, la deshidratación es peligrosa y debe ser tratada como una emergencia porque quien la sufre corre riesgo de perder la vida.
Un cuadro donde se combinen los vómitos y/o la diarrea, fiebre y abundante orina, por describir una posibilidad, puede desencadenar una deshidratación si no se toma, durante esos días de malestar, suficiente líquido.
Permanecer mucho tiempo bajo el sol o no ingerir bebida ni comida durante varias horas en jornadas de calor intenso es otra situación que puede explicar la deshidratación de alguien. Como síntomas, la persona deshidratada a menudo presenta boca pegajosa o seca, piel fría y seca, dolores y calambres, entre otros síntomas.
Es importante tener en cuenta que se debe tomar líquido aún cuando no se sienta sed: lo ideal es consumir dos litros de agua por día. Las gaseosas, las bebidas alcohólicas y los líquidos azucarados, si bien están considerados como parte de los líquidos, no reemplazan nunca al agua: incluso, en ciertos casos favorecen la pérdida de sales y, por lo tanto, agudizan la deshidratación.