Ejemplos de frustración
Uno sueña con realizar con éxito todas las actividades que se propone y triunfar en cada aspecto de la vida pero, lamentablemente, a veces la realidad nos golpea fuertemente cambiando nuestros planes o enfrentándonos a resultados que no esperamos. En esos momentos es común que aparezcan, entre otras sensaciones, reacciones y emociones, la frustración.
El amargo sabor del fracaso y la desilusión por no conseguir aquello que ya se creía ganado o asegurado, son parte de la frustración que puede sentirse en cualquier etapa de la vida.
Un niño o joven puede sentir frustración y desanimarse al rendir mal un examen o al no satisfacer las expectativas de quienes confían en su talento artístico o deportivo (al perder una competencia, por ejemplo). Es normal que uno sienta decepción e impotencia al no superar sus objetivos pero es fundamental la contención, la comprensión y el acompañamiento del entorno para minimizar la situación, superar el trance y no extender la presión y la exigencia.
Los adultos, en tanto, pueden llegar a experimentar frustración por no concretar sus metas tanto a nivel personal como profesional. Fracasar en el matrimonio o no conseguir pareja, no lograr tener un hijo de manera natural, no encontrar empleo, esforzarse a diario en materia laboral y que, aún así, el sueldo no alcance para cubrir necesidades o expectativas personales, no rendir al máximo en la actividad o deporte desarrollado cuando al fin se tiene la oportunidad de demostrar conocimientos o habilidades, o la desilusión de un negocio o inversión que ha salido mal son algunos generadores de frustración.